viernes, 27 de mayo de 2011

Creyeron que había una toma de rehenes y entraron a los tiros

En la casa, dos matrimonios cenaban con sus hijos y uno de ellos tocó sin querer el botón antipánico



Un grupo de policías entró a los tiros a una casa en La Plata porque creyeron que adentro había una toma de rehenes, cuando en realidad, cenaban dos matrimonios con sus hijos.

El hecho ocurrió alrededor de las 22.30 de miércoles en una vivienda ubicada en la calle 4 entre 37 y 38, cuando los efectivos, alertados porque se había activado el botón antipánico de la propiedad, llegaron hasta la vivienda y comenzaron a disparar contra el portón del garage.

Sobresaltado, el dueño de la casa, Gustavo Lincheta, de 39 años, se levantó de la mesa y fue hasta la puerta y al acercarse a la mirilla, vio una decena de policías que cercaba la propiedad.

Luego, sintió un disparo que impactó contra la puerta del garage, a centímetros de su cabeza.

“Casi me agujerean como a un perro”, señaló Lincheta en declaraciones al diario local El Día.

El dueño de casa volvió a mirar por la mirilla: "Entonces vi que un policía levantó otra vez la escopeta como para disparar y ahí sí, salí corriendo a esconderme", contó

Tras el episodio, en el que nadie salió herido, Lincheta explicó a la policía que su hijo de un año, que recién está aprendiendo a caminar, accionó el botón involuntariamente.

“Pero en lugar de seguir el procedimiento habitual, en el que generalmente te llaman por teléfono o al menos te tocan el timbre para saber si todo está bien, esta vez entraron directamente a los tiros”, relató Lincheta.

Al parecer, efectivos de la comisaría segunda, al notificarse de que se había activado el botón, montó un fuerte operativo en la cuadra y rodearon la manzana.

Con la segunda detonación, los efectivos rompieron la cerradura y accedieron a la propiedad.

"Ni bien entraron yo salí para frenarlos. Creo que cuando me vieron se dieron cuenta de la macana que se mandaron, porque ni siquiera me pidieron documentos para verificar que yo era el dueño de la casa", dijo el damnificado.

A esa altura, el resto de las personas que estaban en la vivienda había ido a refugiarse a una habitación, mientras afuera permanecían al menos cinco patrulleros, decenas de uniformados, los vecinos y clientes del restaurante del Club Mayo, situado a unos diez metros de donde pasó todo.

Lincheta explicó que los efectivos trataron de justificar su accionar "diciendo que escucharon gritos -que en realidad eran los de los nenes- y que hace poco, en 34 entre 3 y 4, por no actuar así, a unos compañeros les habían disparado los ladrones".



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