miércoles, 10 de marzo de 2010

Volver a empezar - SIETE DIAS



Liz Solari



 A más de un mes de la muerte de su novio Leonardo Verhagen, la modelo volvió a su departamento en Las Cañitas. El trabajo con su personal trainer, que incluyen ejercicios de relajación y liberación, más las horas que dedica a la lectura la ayudan a superar el dolor.



Foto: 7 Días


El fantasma más temido le dio el mayor susto de su vida. Fue hace algo más de un mes y se llevó a Leo, su novio. Aquella mañana de enero, Liz amaneció junto a él luego de una intensa noche de amor que sólo ella podrá recordar. Un fuerte dolor en el pecho se apoderó del joven y en menos de un chasquido, la vida de Leonardo Jesús Verhagen, de 28 años, se desvaneció.

Ella, a su lado, lo vio morir. Después de varias semanas recluida en Rosario, su ciudad natal, la modelo volvió a Buenos Aires con intenciones de recomponer su vida. Aunque su corazón quede roto para siempre.

PLAN RETORNO. Llegó a su departamento del barrio de Las Cañitas a principios de que, además, se instaló con ella en su hogar para acompañarla el tiempo que sea necesario. Es lógico, Liz no puede estar sola. Pero a pesar de estar transitando el peor duelo de su vida, intenta juntar fuerzas para salir adelante. “Ésta fue la experiencia más difícil que me ha tocado vivir, que me ha tocado entender en mi corta vida. Sé que la vida continúa, sólo que hoy descubro otros significados, otra forma de valorar y valorarme”, revela marzo junto a una de sus mejores amigas Solari en un comunicado emitido por su agencia. Desde su círculo íntimo, confesaron a 7 DÍAS que la modelo de Dotto “está muy triste”, pero que “poco a poco está retomando su cotidianidad”.

Por las mañanas se encuentra en los bosques de Palermo con su personal trainer, Pablo Benadiva, y realiza diferentes actividades. Corre alrededor del algunas posturas de yoga para aflojar. Es que Liz necesita desintoxicarse de todo el dolor que tiene adentro. La misma rutina se repite a la tarde luego del almuerzo.

Otra de las cosas que distrae a Liz es la lectura: “Se pasa horas leyendo para poner la mente en otro lado”, advirtieron sus allegados y agregaron que, lentamente, está volviendo a las clases de canto y de baile que la tenían muy entusiasmada durante el 2009. Pero Solari sabe que es duro y asume que sólo el paso del tiempo cicatrizará su herida. “Ahora estoy aquí, en mi dolor, el tiempo y los afectos me están ayudando a volver”, concluyó la modelo en su escrito. Sabe que es momento de estar con los suyos, por eso decidió alejarse de la familia de Leo con la que compartió el duelo todo el último mes en Rosario.

RECUERDOS. Si bien se habían conocido en 2002, año en el que ambos entraron a la agencia de Pancho Dotto, en ese momento sólo una gran amistad se apoderó de ellos. Pero pasarían 7 años para que la vida los volviera a encontrar, esta vez, para unirlos en una relación sentimental.

Para agosto de 2009, la situación de Leo y Liz era la ideal para volverse a ver. Ella, recién separada de Diego Balut, sumado al fracaso rotundo de su primer protagónico en televisión con “Champs 12”, decidió volver a su ciudad natal para cambiar los aires. Él, alejado de los medios y las pasarelas, también se instaló en Rosario decidido a estudiar psicología y disfrutar de su hobby, el parapente, que lo había llevado por varios lugares del mundo. Así fue que a través de amigos en común Verhagen y Solari se volvieron a ver y la atracción fue total.

Llegó diciembre y ambos, aunque no se mostraban juntos, veranearon en las playas de Punta del Este. Ella se refugió con sus amigas y él con los suyos, por lo que los encuentros lejos de los flashes se hicieron moneda corriente durante la temporada estival. Luego de los días en el mar y noches de fiesta, la “Chicago argentina” los recibió.

Esa noche, la del sábado 30 de enero, había sido ideal. Llegaron tarde al PH de Leonardo en la calle Rondeau al 1000. Abrieron un vino, pusieron música y los besos y caricias cobraron protagonismo.

A la mañana siguiente, después de hacer el amor, Leo comenzó a sentir convulsiones y murió en los brazos de la modelo. Liz es fuerte, se nota y tiene el apoyo incondicional de sus amigos y familiares.

La pesada mochila que lleva a cuestas se irá vaciando poco a poco. Como siempre, el tiempo será el único antídoto ante tanto dolor.


Revista 7 Dias

Fotos: Marcela Melgar

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Animate a comentar

Tus comentarios nos ayuda a seguir !!!

Related Posts with Thumbnails