'Harry Potter and the Half-Blood Prince', a la magia se le ven los años
En un momento revelador de Half-Blood Prince, el taumaturgo Dumbledore le dice a Harry Potter: ''Tienes que afeitarte''. Sin querer queriendo dejan caer la insinuación de que tanto al personaje como a la serie se le están viendo los años. Esta es la sexta carrera forzada del aprendiz de brujo y --excepto para los religiosamente acólitos a los libros de J. R. Rowling-- el ejercicio es bastante fatigoso.
Carezco de elefantina memoria para evocar con precisión lo ocurrido en los cinco anteriores segmentos y debo confesar que apenas comprendí el tránsito de una oscurísima secuencia a la próxima, a toda velocidad y con tantos previos caracteres eliminados al desgaire. Según el director David Yates, la novela cuenta con unas 700 páginas y la concentrada adaptación de Steve Kloves no pasa de 150. Con eso, todo está dicho, aunque no explicado.
El Señor de las Tinieblas, Lord Valdemort, no ha muerto como se creía, pero Ralph Fiennes estaba haciendo otra película, por lo que su presencia sólo se insinúa en tormentosas nubes. De la destrucción en masa se ocupan sus demonios (Death Eaters) materializados en llameantes bólidos que desbaratan puentes en Londres y siembran el terror en los suburbios.
Harry Potter se ve obligado a entrar en acción como ''El Elegido'' y debe retornar a la Academia Hogwarts para controlar los maleficios de Snapes (Alan Rickman) y Beatrice Lestrange (Helena Bonham Carter). Para cumplir su misión, es básico para Harry congraciarse ante el ambiguo Profesor Slughorn (Jim Broadbent). Dumbledore sospecha que el maestro alteró recuerdos acerca de Tom Riddle (Hero Fiennes Tiffen), infantil encarnación de Valdemort. Y si no es así, no me pongan pleito.
Michael Gambon es de nuevo el omnipresente Dumbledore, en competencia de filtros mágicos con Jim Broadbent. Los alumnos otrora niños bordean la adolescencia en torbellinos hormonales de amoríos correlativamente correspondidos. Harry (Daniel Radcliffe) perfeccionó su elocución en Broadway con Equus, pero Ron (Rupert Grint) y Hermione (Emma Watson) a menudo se hunden en impenetrables acentos británicos. Como de costumbre, Alan Rickman disfruta hasta el último sorbo de sus pociones siniestras. Otros, como reminiscencia de previos capítulos, salen brevemente, aquí y acullá, por cortesía con los productores: Maggie Smith, Robbie Coltrane y, muy de refilón, Julie Walters, Timothy Spall y David Thewlis.
Extraordinarios efectos visuales, excelente partitura de Nicholas Hooper. Banquete de dos horas y media para los incurables adictos. En el pasado, especialmente en la tercera, Prisoner of Azkavan, dirigida por Alfonso Cuarón, Potter logró atraer y satisfacer a mayores y menores, David Yates es sustituto competente, pero nunca inspirado. Lo siento, pero ya la brujería de Hogwarts no me funciona.Descargar:
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