| Cómo imaginan que será el futuro del ciberespacio interconectado los ingenieros y analistas del monstruo de California? Permanentemente conectado con más elementos y situaciones de la vida cotidiana de los habitantes de todo el planeta, con programas y funcionalidades alojadas en la “nube” y con una participación cada vez mayor del video dentro de contenidos y aplicaciones. Estas son las conclusiones del último congreso de expertos de Google de la que participó NOTICIAS y que se llevó a cabo en San Pablo, Brasil. Esa “nube” remite a la posibilidad de tener información almacenada en enormes servidores o servers manejados por grandes compañías de internet, y repartidos por el mundo. En los hechos, la existencia de tal cúmulus implica que una persona no precisa guardar ningún contenido en su computadora o notebook, sino que los aloja en ese cielo binario aparentemente inmaterial pero más resguardado ante las pérdidas, ya sea por mal funcionamiento de los equipos o por robo humano. “La necesidad de tener programas instalados en las computadoras personales será algo del pasado”, aseveró Alexandre Hohagen, director general de Google América Latina, durante un Press Summirt realizado en San Pablo, Brasil, la semana pasada. “La nube ofrece posibilidades enormes y es el camino del futuro”, enfatiza. Aunque en este tren a América Latina le queda un muy largo trecho por recorrer: con alrededor de 500 millones de habitantes, la región tiene 400 millones que todavía no poseen conexiones directas al ciberespacio. Con situaciones casi tan contrastantes como la de una tribu indígena habitante del Amazonas (los suruí) que participa con Google de un proyecto por el cual, dotados de un GPS (sistema de posicionamiento global) van captando información de los lugares precisos en los cuales el Amazonas es deforestado. Tarea de hormiga, con tecnología de punta, en manos de poblaciones que hace apenas 40 años entraron en contacto con la civilización occidental. Y vaya si entraron en contacto. Fue el jefe de la tribu, Almir Narayamoga Surui, de 34 años, quien visitó las oficinas de la empresa fundada por Larry Page y Sergey Brin y pidió ayuda para monitorear las incursiones legales en sus territorios por parte de taladores y mineros ilegales. Es a través de Google Earth (250 millones de usuarios), bajo la búsqueda clave “Ministro Andreazza Brazil” que cualquier habitante del mundo interesado en ver lo que sucede en los territorios de 240.000 hectáreas de Rondonia (al oeste de país), puede verificar cuán deforestada está la zona y cómo avanza la situación. Omnipresente. Lo que sucede con los suruí es una muestra de lo que está pasando con la tecnología informática en casi cada porción de la Tierra. Está en todos lados, lo quieran las personas o no, sean conscientes de ello o no. Internet, la posibilidad de conectarse y de mostrarse son permanentes y pervasivas, como se dice en términos técnicos, llega a todos lados. Ahora, una de las estrellas de Google, el servicio de Google Maps, tiene un aliado en esta tarea, Google Trike, a primera vista un triciclo pop/agogó dotado de cámaras de video que captan lo que sucede in situ en las calles de una ciudad o en un campo, en los cuales un auto no puede entrar. El triciclo en cuestión complementa el proyecto Google Street View, a su vez vinculado con Google Maps pero más cuerpo a cuerpo, como quien dice, para navegar virtualmente por las calles de una ciudad, pero como si el visitante estuviera caminándolas y no viéndolas de forma aérea. Un simpático “gran hermano” que más de una vez, corre la voz en Google, fue confundido con un puesto de helados sofisticado. “La idea de Google Trike nació cuando quisimos tener acceso a regiones y áreas que a los usuarios les gustaría ver y conocer de cerca, pero en los cuales los autos que proyectamos y equipamos en su momento no pueden entrar”, explica Daniel Ratner, ingeniero de Google, vía webconference con San Pablo. “En el caso de las peatonales es muy difícil mostrarles a los visitantes de la web adónde se ubican los comercios dentro de Google Maps y con el Trike se hace más fácil”. Testeado en primer lugar en la peatonal californiana de Santa Monica (Estados Unidos), el artilugio ya se está usando en el Japón y en algunos países de Europa, y estaría llegando a América Latina en no mucho tiempo. La cámara que lleva el vehículo pesa 250 kilos y va tomando fotos superpuestas y en 360 grados de los sitios por los cuales transita. En los países donde ya está en marcha, permite que una persona conectada a internet teclee una dirección postal y un número y allí, voilá!, obtenga la fachada de esa casa, de las que la rodean, y de las personas o animales que estén rondando el lugar. En la situación en que se encuentren. Aquí hay un problema serio para Google, que enfrenta planteos judiciales por violación a los derechos de autor (por su servicio de eBooks o con Google News) o de privacidad: en principio, en la compañía se comprometen a borrar las caras de las personas y las placas de todos los vehículos que fotografía el triciclo, al menos en lo que a España concierne. “Pero se hará como la legislación de cada país lo indique”. Chat colaborativo. En medio de salas de masajes y pelotas inmensas (las mismas de su logo), los ingenieros y ejecutivos de Google presentaron en San Pablo, al mismo tiempo que lo hacía entre desarrolladores de software independientes del mundo desde Mountain View, la nueva estrella de la compañía: Google Wave. La nueva propuesta (a disposición del usuario final a fin de año) combina correo electrónico, mensajería instantánea, fotos y la posibilidad de intercambiar textos y editarlos en tiempo real. Algo así como trabajar de un escritorio al otro pero no ya desde posiciones físicas, sino ciberespaciales. Al menos desde el punto de vista de lo que se tiene actualmente en materia de chat, la idea es revolucionaria, y lleva dos años de desarrollo. En una única ventana figuran el correo electrónico, la mensajería instantánea y las imágenes para compartir. Si los desarrolladores de software independiente crean las aplicaciones necesarias, Wave podrá además conectarse a redes sociales y compartir voz y video. Lars Rasmussen, uno de los cofundadores e ingenieros estrella que está detrás de este nuevo proyecto, enfatiza la capacidad de Wave para comunicarse y trabajar en tiempo real: cada edición de un documento, por caso, aparece instantáneamente en la pantalla de todos los participantes al chat o conferencia. De alguna manera, la nueva idea combina aspectos vinculados con la productividad, las redes sociales y el micro-blogging, y la capacidad de comunicarse y estar en contacto llevada al extremo a través de máquinas, descansando sobre un formato HTML 5 (la versión más reciente de este lenguaje Web). Técnicamente, Wave es tres cosas a la vez: un producto de comunicación, un protocolo para llevarla a cabo y una plataforma sobre la cual desarrollarla. ¿Por qué diseñar Wave? Porque muchas de las herramientas de las que se usan en internet ya son viejas y no están realmente adaptadas a la manera “real” en la que las personas navegan actualmente, dicen en Google. Si hasta mapas y restaurantes de moda podrían estar integrados a Wave, para que dos personas puedan, después de trabajar online, combinar adónde encontrarse para la cena, viendo las dos al mismo tiempo adónde ir y cómo llegar. Apenas unas horas antes de que Google lanzara Wave para los desarrolladores, Microsoft disparaba un misil: anunciaba la creación de su navegador Bing. “No buscamos competir con Google”, dicen en la empresa fundada por Bill Gates. Pero en voz alta aseguran que su rastreador es innovador “porque no sólo busca, sino que ayuda a tomar decisiones”. Nada menos. En San Pablo, los Google boys and girls no comentan el tema, aunque la rivalidad sobrevuela las amplias oficinas, el excelentemente bien servido comedor, y las salas de distracción. Tampoco responden preguntas referidas a WolframAlpha, otro buscador que esta vez se presentó hace pocos días como un analizador de respuestas, y no un “simple lanzador de enlaces a páginas de Internet”. Ignoto, si llega a brindar lo que promete, podría ser una verdadera revolución. Paradojas. Mientras que 1 de cada 5 personas en el planeta no sabe leer ni escribir, internet trata de llegar a ellas. Al punto de que Google buscar inventar herramientas que permitan navegar por la Web y tener sus contenidos a partir de la voz. Extraña situación, en la que un analfabeto, la más fuerte imagen de lo que la pobreza y la marginalidad significan para el desarrollo de las personas, esté surfeando internet, frente a una computadora. Llevar la tecnología a todos los recovecos imaginables, inclusive aquellos en los que no cuaje a primera vista, como tribus perdidas, carentes de educación básica o simples usuarios que ahora podrán saber cuánto gastan de luz en sus casas (Ver Extensiones). ¿Servicios o invasiones a la privacidad? Es la polémica que más fuertemente golpea a la puerta, mientras la conectividad de internet se hace omnipresente en los lugares menos pensados, mientras una consola de videojuegos Wii de las que usa un chico tiene más microprocesadores que los que poseía la nave Apolo XIII que fue a la Luna. Además de este desafío (el de la privacidad personal y el de los derechos de autor) y en medio de sus apuestas y de sus augurios, Google enfrenta otros rivales: los lanzamientos que tienen cada vez más la visión de innovar y crear desarrollos que, en algún lugar, muestren el talón de Aquiles de Google. Los habitantes del mundo entero, lo sepan o no, son el botín de cada batalla. l |
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